Ya no sabe el tiempo si esperar o acelerar,
ya no hay relojes bailando en el viento.
Hoy siento que podría comerme el mundo
y vomitar las nefastas horas en las que callé.
Las calles donde vacilé mi destino
y me ponía a jugar a la cantante.
Tal vez,
el licor amargo que recorria mi sangre
cuando quería olvidar
y no podía.
Esos ojos siguen mirandome,
intactos como aquel día en que paré al tiempo
y le escupí torpemente.
Vomito las palabras
y las cambio de sitio para retorcer la historia
en la que me crearon:
la de los medios que se come el mundo
y vomita en circulos evolucionando el caos...
(que no tiene rostro) ha desaparecido esta noche
y ha dejado una carta vacía bajo la almohada.
Sin sueños atrofiados,
sin levaduras ni labial regado.
Esos ojos tristes que atraía el otoño,
las comisuras que formaba en su boca al verme llorar,
sus manos frías que ya no podían tocar.
Su alma,
sin calma
II
Había valido la pena el solo hecho de querer vivir,
más que estar a lado de la carretera.
El sol de las 3 de la tarde para un concierto vacío
y el desenlace de un solo beso si la luna aparecía.
"Me parece que te complicas demasiado,
detente... y siente la brisa
¿qué dice tu piel?"