jueves, 31 de marzo de 2016

No soy lo que tú pareces.

Voy dando lastima a las calles mojadas
por las que camino,
las miro,
cabizbaja lloviéndoles encima.

Me dirijo no se a donde
pero no me he detenido...
ya recuerdo,
mi hogar que es un reloj
que no marca tiempo.

Ya nada es como ayer pero me sabe igual,
como un café pasado de amargo,
como un queso rancio que apesta
y tiene mal sabor.

Sigo pensando...
bendita soledad que en mi confías.

Estoy ligada por un lado de mi cabeza al mal,
¿dije mal?
pregunto: ¿qué es el mal?
así está de fácil
y estúpido:
mi único vicio que me alimenta desde adentro...
dolerme.

He tropezado.

-¡Qué torpe!
me digo enseguida,
haciendo hacia un costado mis labios.

Espera, espera...
¿Cuántas veces he tropezado hoy?
ya no importa si soy despistada
o es el suelo que ama mi rostro,
o es que me aman poco
o es que siempre quiero más.

Todos queremos más,
supongo
o tal vez yo me amo poco.

Por lo menos la lluvia me cubre...
leyes de la vida,
cuando se le antoja.

A lo lejos se dejan ver los relojes rutinarios,
las luces que siempre danzan igual,
los mismos perros ladrando al vacío,
yo.

A lo lejos veo mi casa.

Aquí vamos de nuevo.




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