domingo, 12 de junio de 2016

Ya nada, solo el aire.

Las brisas tenían melodía,
tu sonrisa estaba en mi cabeza
y de pronto tus pupilas se  centraron en mis senos
como devorándolos.

Era en una tarde gris
de nuestra primera vida juntos,
única vez que nos mantuvimos sanos,
tan cerca del presente sin tiempos,
tan cerca de las cuerdas
y tinta en nuestras manos.

Cayó la tarde,
caímos los dos...

Tus pupilas
y la brisa se incendiaron,
mis senos secaron
y empecé a temblar...
¡que tonta!
me repetí sin culpa,
¡que tonta!

Morí tres veces seguidas
hasta volverme loca en la parada,
tú,
fuerza perdida,
alejaste tu corazón con cirugías vagas
de mi oído
y me dijiste con tus manos nerviosas
que no podías hacer nada.

Los ojos me sudaron,
mis manos helaron,
tu corazón dejó de latir.

Nuestra primera vida juntos
y yo la detuve en el aire...

Vida nuestra,
juntos en el aire.

Ya nada,
solo el aire.



No hay comentarios:

Publicar un comentario