y los charcos se convertían en pies,
y se vino la mañana,
una más con sus uñas en las tripas
tratando de desvanecer el ruido.
Debajo de la cama un sueño morado,
áspero,
que se parecía a las nubes sin sol.
Se lo tragó
y salió de la cama.
Y anduvo la mañana hasta que se hizo noche
y se devolvió en memorias gigantes que apretaban,
y susurrando,
y suspirando,
desapareció.
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