miércoles, 15 de abril de 2015

Una historia que no fue historia.

Esta es una de esas historias que no deberían ser publicadas.

Me arriesgue y aquí estoy, escribiendo algo tan íntimo que ni siquiera el protagonista de este cuento sabe. Lo desempolve de mi amado cuadernillo de notas. El que siempre me acompaña. Sí, mi cómplice en todo sentido.  

Hoy conocí a un chico. Lo vi salir de su casa. Es alto, mmm! Muy alto para mí. Tiene un cabello brillante y muy peculiar. Lo que más me impactó fueron sus ojos color miel. Casi podía ver su interior. Casi que podía verme yo. Sí, creo que lo estoy describiendo bien, por lo menos para mí.

Quería decirle cuanto me ha emocionado verle, pero tenía poco tiempo y tuve que partir. Me fui con la esperanza de volver a ver sus ojos, de volver a verlo a él. Ha sido la primera vez que veo su ser y siento que ya lo he conocido de antes. No exagero, es cierto.

Pasan los días y su imagen se me atraviesa sin querer por mi mente. Cosquilleos en el estómago y sas! una sonrisa dibuja mi rostro. Es algo tan raro, no lo conozco, no sé quién es. A duras penas se su nombre. Wow! Me ha impactado tanto, seguramente es eso.

Ha pasado una semana y hoy lo vi nuevamente. Fui a ese lugar. Él iba a estar allí, yo no podía faltar. Llegué y me senté a su lado. Pues, al único que conocía era a él. New impact. Sus ojos color miel, su peculiar cabello, sus finos labios, él. Disimulé bien, creo. Escondía mi mirada detrás de unas gafas oscuras, él no se daba cuenta, pero mis ojos recorrían todo su ser.  

Luego, entablamos una conversación de horas. El tiempo fue corto para lo mucho que charlamos. Hablamos de política, de ciencia, de arte y de religión. De lo que me gusta y de lo que le gusta. Parte de nuestras vidas también salió a flote. Fue como una confesión. Me quitó las gafas. Él dijo que me había desnudado y tenía razón. Bajé la mirada.

Entre whisky y música, nos conocimos. El no bebió.  No me atrevía aun a decirle cuanto me ha impactado. Lo tenía tan cerca. Acaso no tendría yo el valor suficiente, o, tal vez fueron las cosas de la vida lo que me lo impidió. Vaya “cosas de la vida”.

Más whiskys. Por fin.  Pude acercarme a su oído y lo único que le dije fue que moría por darle un beso. A lo cual él respondió positivamente. No se lo dí. La falla, lo sé. Santo Dios! No se necesita del whisky para ser valiente. No fue la falta de eso que no me hizo dárselo. Eran las malas decisiones que me alejaron de sus labios. Sus finos labios.

Más música. Confieso que me hubiese quedado hasta la madrugada solo por él. Todo era tan diferente. Me sentía bien. Pero, ya era hora de partir. Otra vez. La historia se está poniendo algo triste.

Un vehículo. Sin saber que ya había sembrado una semillita en su corazón, cometí otro error. Fotos de grupo. Y sin más whisky decidí robarle un beso, un abrazo fue el pretexto. Nadie nos vio. Solo el cielo. Solo Dios, él y yo. Despedida. Se quedó en su casa, de donde lo vi salir por primera vez. Donde conocí su piel, su cabello, sus labios y sus ojos color miel. Donde me impactó.

Adiós. Adiós  a sus ojos color miel que me penetraban el alma, adiós a sus finos labios los cuales roce una sola vez, adiós a su bello afro. Adiós a su ser.

Han pasado 7 meses y no lo he vuelto a ver. No niego que lo extraño. 
Nos escribimos, pero… no es lo mismo.
Al pasar el tiempo me di cuenta de que había perdido una de mis mayores oportunidades. El.

Whisky, música, charla, vehículo, ERROR, fotos, beso. Adiós. Sin él. 

No es la mejor historia del mundo, ni la novela de amor mas romántica pero si fue una experiencia de esas que yo llamo "las de la estrella fugaz". De esas que anhelo tenga mas contenido para contar. 

FIN DE UNA HISTORIA QUE NO FUE HISTORIA. 


imagen tomada de la web. 






4 comentarios:

  1. Me encanto bella amiga

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  2. Muchas gracias Francesca! :) Que bien que te haya gustado. He leído tu blog. Me encanta!

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  3. Es interesante lo mucho que me gustan estas historias a pesar de que no me gusta el romance ._.

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