sábado, 6 de febrero de 2016

Quiero soñar, no convencerme.

No me convenció nadie,
ni siquiera el estar loca cuando escribo 
o el estar cuerda cuando miro superficies 
en la orilla de tu verde pantano.
No me convenció el ardor de mis manos 
cuando cogía el lapicero ni las salidas de burbujas por la flor del deseo de tus ojos. 

Sentada cortejando el vacío 
ni siquiera me convenció su nada que se escapaba cuando decía: 
vete, muchacha enamorada... 
el cielo que permanece azul mientras
la lluvia duerme,
el viento haciendo el amor a los árboles de ciudades grises donde espectros con pies cansados y alas rotas se pasean con una lamparita opaca en sus frentes, 
no me convencieron. 

Letras necias que forman escapes 
por túneles del recuerdo evitando que 
se muera en el intento de que ya no me convenza nadie, 
el vacilar alucinando de que ya no hay tiempo 
y la rebeldía gritándome en silencio que aun no es hora para eso porque no es lo mismo que sueñes en una realidad 
a que vivas en un sueño... 
 
y yo quiero soñar, no convencerme.


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