martes, 15 de marzo de 2016

Verde Teresa.

En una tarde cuando respiraba aires que 
hacían fiesta en mi cabeza la vi por primera vez. 

Ella desconoce miedos
y no le tiemblan los labios
para decir: -Te quiero- a quien bese sus alas,
baila descalza con vino en mano
sobre los cuadros de su pequeña habitación
y recorre el cuerpo de quien le de vida para seguir gimiendo
porque a ella le aburren las palabras.

Viaja por todo el mundo en una sola
esquina con pocas casas
y cuando se cansa duerme desnuda
sobre sábanas rosas dejándose notar que es tan bella
como el suelo...
tan bella con su cabello suelto,
tan bella con sus lunares,
tan bella como el negro cielo.

Canta como dioses airados
haciéndole guerra a quien la contradiga
pero cuando le cantan hace un silencio tan profundo
que tiene que sonreír para recordar que está viva,
y es que es tan hueca
y llena de todo a la vez que dibuja cuentos
con sus finos dedos en el aire
tan solo para desbaratarlos con el humo que sale de su boca.

Sus ojos son senderos luminosos
con cometas sin cuerdas,
tan perdidos como el alma de un duende
que cualquiera puede observar lo que lleva dentro
y no le incomoda que caminen sobre ella...
de todas maneras
solo existe de vez en cuando,
esas pocas veces que le dan ganas de
poner patas arriba este mundo,
todos...
como el de ella.

Imagen tomada de la web.










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