martes, 28 de junio de 2016

Maldita...

Maldita mano que hunde sobre mi
piel tus frágiles dedos,
malditos ojos que me lavan las costillas.

¡Maldita!
las veces que te vi desnuda sobre mi pecho,
maldita forma de dormir
y verte los huesos.

¡Maldita yo!
que me enamoré de tu tenue figura
y dejé de existir en luz propia,
malditas las cosas que formaban aquel mundo
y nos rodeaba de anocheceres...
y las campanas en tu oído entonando mis pesares.

Maldita mi necedad,
mi necesidad de alcanzarte,
boca reseca sobre tu pezón ardiente,
maldita yo que quise tenerte siempre...
y no fue así.

Imagen tomada de: bleeblu


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