domingo, 20 de diciembre de 2015

Todo menos confusión.

Llego,
está ahí,
pendiente,
no deja de observarme
y al verle sus pupilas no mienten.

Ella tiene algo que la ahoga,
la marea de su alma lo anuncia.

Mientras batalla en su puerto
están disponibles otros capitanes
quienes se mantienen despiertos
en el llamado de cada tiempo descubierto.

¿Disponibles a que?
tal vez se pregunte ella...
y yo medio tambaleando digo: No sé,
pero haría lo que fuera por verla salir de allí.

Le quiero bien
aunque me sienta que la llevo a la perdición,
aun así se desvanece por cada beso ilegal
que le llega hasta el corazón.

Sí,
porque le he enviado besos,
de esos clandestinos
que saben mejor,
sólo por verla sonreír...

Y es que ella es lo más puro que conozco,
no le culpo por haberme amado porque
tiene una manía extraña de
encantarle lo no convencional.

Me culpo por permitirle amarme,
yo soy su manía
y ella es mi vida,
aunque sienta que la pierda
en cada paso que doy.

Me aferro a su todo sin pensar en extraños,
teniendo presente que en el ayer la hice mía
y en el mañana sólo seremos nosotras,
sin temor a nada.

Me aferro a su todo sin pensar en mí;
yo que tontamente soy su tropiezo,
pero nos amamos
y eso es lo que cuenta,
digo yo.

Soy su debilidad
y ella mi error,
error que no dudaría
en cometer una
y otra vez si me separan de su lado.

Acá no hay egoísmos
ni doble máscara,
somos un par de desquiciadas
en busca de lo real.

Veo a mis padres
y reemplazo personajes,
al principio se me daba tonto
hasta que me dijo,
en el lado derecho de su colchón,
que era su vida.

Yo la abracé fuertemente
y le dije: no sólo eres mi amor,
sino el alma mía.

Ella es tantas cosas
y no pararía de escribir,
si de ella se trata,
aunque estemos lejanas será mi inspiración
y si estamos cerca,
será todo,
menos mi confusión.

Colaboración de: 

SIN RESTRICCIÓN ALGUNA
Pamela Bastidas.

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