lunes, 2 de mayo de 2016

Nostalgia.

Cuando no teníamos edad, 
inventábamos bares. 

Las camas, 
las esquinas, 
siempre un espacio con buena música
y las charlas de como la felicidad 
le ponía el pie en el cuello a la amargura. 

Ahora que se cuentan hasta los segundos 

de nuestras nefastas vidas, 

solo bebemos el silencio 
de una memoria exquisita
y atrozmente nos embriagamos...
sollozamos, 
apretamos dientes 
y ensangrentamos el suelo.



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